Carta para un Mundo Mejor #5
Este artículo es parte de la serie ‘Cartas para un Mundo Mejor’ una bonita iniciativa propuesta por
. La propuesta es simple: cada semana, un miembro de la comunidad de Substack publica una carta en la que responde a la siguiente pregunta:“¿Qué cambio personal has hecho que crees que podría beneficiar al mundo si todos lo adoptaran?”
Fui nominada por
de Esfuerzo Efectivo y para la siguiente carta, nomino a de Jardín Mental. Puedes encontrar la recopilación de cartas publicadas hasta este momento al final del artículo💛Sin más dilación, aquí mi respuesta: detecta tus detonantes emocionales.
Si empiezas a observar tu día, te darás cuenta de que es una montaña rusa emocional, que tu sistema (mente, cuerpo, corazón) están constantemente abriéndose y cerrándose a causa de estímulos externos e internos (pensamientos, emociones, sensaciones corporales…). Para algunas personas, estos cambios son apenas perceptibles, para otras, estas olas gobiernan sus días. Crestas en las que nos sentimos high, lo que nos dificulta pensar con claridad o valles, en los que nos sentimos apagados, indiferentes o enojados. Sea cual sea la intensidad con la que nos golpean, a todos nos afectan, por eso es necesario identificar su origen.
La clave para atravesar esas olas es sentir la emoción en sí y no intentar catalogarla. No importa si es una mala contestación de un compañero de trabajo o recibir un cumplido de alguien especial. Sea cual sea el estímulo, positivo o negativo, sólo siéntelo: deja que esa emoción generada, esa energía en movimiento, recorra tu cuerpo hasta que se disipe. Esto es lo que las prácticas espirituales como el Yoga denominan ‘letting go’. Suelta la emoción, sin pretender retenerla o evitarla. Así es cómo, realmente, nos liberamos de la carga emocional.
Este en un trabajo de consciencia corporal que me llevó años desarrollar y que aún sigue desplegándose.
La Julia de hace 10 años, envuelta en una nube constante de emociones y desconectada de su cuerpo físico, ni siquiera podría entender de lo que estoy hablando. Por eso, para ser franca con la respuesta a la pregunta planteada, diré que el cambio personal que más impacto ha tenido en mi calidad de vida fue empezar a deshacer esa nube emocional.
¿Cómo lo hice?
Identificando y entendiendo qué era exactamente lo que me detonaba y buscando su porqué. Tuve que hacer este trabajo analítico antes de empezar a trabajar de lleno con mi cuerpo físico: ¿qué estímulos son los que contribuyen a engrosar mi nube emocional?
La herramienta que me ayudó a desmarañar esa nube fue la escritura.
Empecé haciendo journaling no por moda o por prescripción de la psicóloga; empecé por necesidad.
Soy muy sensible y había demasiadas situaciones que me detonaban: una simple conversación entre amigos, podía desencadenar que me quedase pensando durante horas en algo que se había mencionado. Otras veces, sentía un malestar generalizado o un cambio de humor cuyo origen no podía identificar. En cualquiera de los casos, no soltaba la emoción, no liberaba esa energía generada. Sólo permitía que se quedase rondando en mi sistema.
No soltaba porque no sabía cómo hacerlo.
Por eso empecé a escribir. En el silencio de la noche, con cuaderno en mano y antes de irme a dormir hacía inventario de mis días frenéticos de Ámsterdam. Momentos que pronto se convirtieron en lapsos sagrados de conexión conmigo.
Con el tiempo, fui puliendo mi método. Llegó un punto en el que simplemente me sentaba a escribir con una única pregunta en mente: ¿qué me ha movido hoy emocionalmente? Y empezaba a tirar del hilo.
¿Qué es exactamente lo que me ha movido? ¿Cuál es el motivo (real) que hay detrás? ¿Cómo era mi estado en general en ese momento: ¿estaba cansada, tenía hambre? ¿tenía otras cosas en mente que pudiesen haber afectado mi percepción acerca de lo ocurrido / sentido? ¿En qué otras situaciones o circunstancias me he sentido de forma similar? ¿Cuál podría ser el común denominador? Y por último…¿Cuál ha sido mi papel? ¿Como he reaccionado? ¿Qué habría hecho diferente? ¿Por qué?
Cada vez más sincera, cada vez menos máscaras, cada vez más al punto con las preguntas que me planteaba, más al grano.
Ocurría que ese comentario que me había molestado de mi compañera acerca de la presentación que yo estaba preparando , no tenía nada que ver con la presentación en sí, mi molestia se debía al desbalance que yo percibía en el reparto de la carga laboral entre ambas. Tirando del hilo, detectaba que, el día que hicimos el reparto del temario de las clases, meses atrás, me costó poner límites y expresar lo que me parecía justo en ese momento. Aún seguía cargando ese malestar.
Si tiraba aún más de ese hilo, veía que el patrón de no poner límites también se extendía a otras áreas de mi vida: amistades, relaciones. Había situaciones en las que buscaba complacer o adaptarme. Sin defender lo que para mí era importante. Y si tiraba aún más del hilo, me remontaba a mi infancia y visualizaba el cuándo y porqué me empezó a costar poner límites: había situaciones en las que era más seguro ser complaciente (o callarse, o disociarse). Y al final de la historia, el detonante no tenía nada que ver con el comentario acerca de mi presentación en Power Point. Sino con todo el historial emocional de mi vida que aún andaba cargando.
Escribiendo soltaba.
Una vez detectada la causa raíz, la intensidad de las olas, decrece. Los estímulos seguirán ahí, son parte de la vida pero la manera de reaccionar ante ellos, cambia. Empieza a haber ligereza, paz y una sonrisa interna que aparece cuando golpean de nuevo.
(Aunque sí habrá ocasiones en las que una vez detectada la raíz, hay que actuar para resolver la situación: yo tuve que hablar con mi compañera para hacer un reparto más equitativo de la carga laboral).
La escritura fue la primera herramienta que me ayudó a detectar mis detonantes. Luego le siguió la meditación, la hipnoterapia, otras terapias holísticas como las constelaciones familiares o el yoga y la danza que por fin me llevaron al cuerpo e hicieron que dejase de preguntar para sólo empezar a transmutar esas emociones.
No importa, herramientas hay miles. Tú sólo elige aquella que te ayude a detectar tus detonantes. Cambia tu relación respecto a ellos. Abrázalos hasta que dejen de serlo o permite que se conviertan en confidentes dándote pistas acerca de lo que necesitas seguir mejorando.
El mundo se convierte automáticamente en un lugar mejor cuando tu fuero interno está en calma. Responde, no reacciones. Dejemos de hacer responsable al mundo externo de todo eso que vamos cargando por dentro. Conócete. Sincérate. Vive tranquilo.
Con amor,
Julia
¿qué hábito has adoptado que ha mejorado significativamente tu calidad de vida y …¿cómo detectas lo que te detona emocionalmente? Te leo.
🎙️ Audio
Este audio complementa al artículo de esta semana. Me ha apetecido incluir audio de nuevo porque me permite profundizar y explicar un poco mejor algunos de los temas que he presentado en el texto. Ya me diréis que pensáis de este formato!
Cartas publicadas hasta este momento:
Carta #1 para un Mundo Mejor de
Rechazar activamente las tendencias que no benefician al mundo.
Carta #2 para un Mundo Mejor de
Poniendo ejemplo.
Carta #3 para un Mundo Mejor de Reina
Dejar (lo más posible) el ego de lado y no tomar las cosas personalmente.
Carta #4 para un Mundo Mejor de
Ni juzgar a los demás ni buscar parecernos a ellos.
Carta #5 para un Mundo Mejor de Julia Úbeda
Detecta tus detonantes emocionales
Me ha gustado Julia, y resuena. En mi caso, escribir por un lado y hacer crossfit por otro han sido clave en mi proceso emocional, de crecimiento, curación, llámalo como quieras 😁
Hola, Julia... Muy bonito, gracias.
¿Sólo se puede contestar a la pregunta en una carta si te nominan? Me encantaría... ¡Gracias! Feliz y bonito día.