En estos últimos meses, me he marchitado. Mentiría si dijese que lo he visto venir, porque no lo vi. Ha sido sutil, varios motivos entremezclándose que han hecho que no lo percibiese con claridad: el invierno, el trabajo profundo de terapia, ver de frente lo que intentaba ocultar, tomar decisiones más arriesgadas para mi emprendimiento y sobre todo, intentar meterme con calzador en un sitio que no era (o que no era por un periodo de tiempo tan prolongado). Me he ido desconectando poco a poco hasta que, en un retiro en enero en la sierra de Gredos, volví a mí. Y cuando volví, supe cuánto me había ido.
Lo que me ha ocurrido es que después de mi última aventura en Tailandia, quería un poquito de estabilidad, un poquito de volver a las rutinas. Quería (ansiaba) moverme en lo que es conocido, en lo que es cómodo.
No hay culpa. Sé que mi decisión de quedarme en este lugar era algo que todo mi ser deseaba, aunque me costó reconocerlo. Sé que me debía a mí misma el no juzgarme y no pensar demasiado, sólo dejarme llevar por lo que sentía en ese momento. En septiembre, tenía claro que sería temporal y lo que ha ocurrido es que en algún punto, mi mente escurridiza, visualizó y creyó que realmente podía quedarme aquí, echar raíces…intenté meterme de nuevo en un lugar al que ya no pertenezco (o quizá sí pertenezco pero solo de manera puntual y transitoria). Quise meterme en una latita de sardinas ya conocida, en el nombre de esa ‘falsa seguridad’.
Y eso es exactamente lo que me ha pasado. Ni siquiera he intentado encontrar a una nueva Julia en este lugar, si no que automáticamente, volví a los zapatos que calzaba hace doce años cuando vivía aquí y está claro que no es lo que quiero para mi vida. Mi chispita se ha apagado perdida en la monotonía. Me perdí en la sequedad del paisaje y la oscuridad del invierno.
“No puedes esperar que un lugar te sane interiormente” - me dijeron hace poco.
Estoy de acuerdo. No puedes esperar que un lugar te ‘sane’. Esa lección la integré hace tiempo, pero sí que podemos buscar lugares que nos expandan y enciendan. En realidad, los lugares sí que contribuyen a tu sanación, incluso cuando te muestran cosas que no te gustan, como ha sido en este caso: yo he crecido en este salón ‘prestado’, viendo el amanecer casi cada día. Fue lo que tuvo que ser y está durando lo que tiene que durar.
Hay lugares que cumplen su función mientras duran, mientras te contienen, te toca experimentarte en ellos, sentirte y explorar esa versión tuya ahí. Para elegir si esa es la versión que quieres habitar realmente.
Por una vez, no traigo respuestas en mi artículo. No traigo firmeza o contundencia. Percibo mi dicotomía. Vivo en ella e intento abrazarla aunque sea incómodo. Sé que una parte de mi, subconsciente y más emocional, anhela estabilidad y aún quiere buscarla en este lugar a pesar de lo experimentado en estos últimos meses. Otra parte, más consciente y objetiva, me susurra que no la busque en el lugar que no es. Que busque el estilo de vida que me llena el alma: bañarme en cascadas, ir al Kirtan, vestir ligera y practicar yoga al amanecer en cualquier Shala perdida en la naturaleza. Que a mi eso, es lo que me da la vida.
Estoy escuchando a ambas partes (de nuevo, la importancia de la coherencia). Por eso no voy a tomar una decisión ‘definitiva’ ni marchar de nuevo a un paraíso perdido sin billete de vuelta.
Ahora, aunque haya una pereza extrema, sólo voy a moverme un ratito para experimentarme otra vez en un lugar en el que me sentí feliz, expansiva y despreocupada. Un lugar en el que sonreía en mi vespa cuando conducía por la Kukulkan, camino de Sian Ka’an…Tulum, nos vemos pronto❤️
Con amor,
Julia
Cuéntame…¿sientes que tu entorno te diluye?
Ay Julia, esto me llega en el momento correcto porque estoy igual que tú... Muchas veces me fustigo pensando en por qué no puedo ser más "conformista". Gracias por tus palabras y que envidia de viaje. Un abrazo y disfruta ✨
momentos de duda que nos recuerdan el porqué de nuestras decisiones pasadas y nos hacen cuestionarnos una vez más 🤍 caos y bruma que se disipan mientras más los transitamos. que bonito escrito julia, la dicotomía, el no saber, también es parte del proceso💌