Hace unas semanas, grabé un episodio de podcast en el que hablamos de libertad, reinvención y de los retos asociados con diseñar un estilo de vida que se siente tuyo. En algún punto del episodio, salió el tema de las etiquetas y la identificación con ellas. Yo comenté como, durante varios años, viví identificada con mi profesión. Mi trabajo era la manera principal que utilizaba para definir quién era Julia. No sé si fue generacional o estuvo relacionado con la coyuntura social / cultural / económica en la que me crié, pero en mi transición de adolescente a joven adulta, se promulgaba que un título universitario era tu mayor apuesta y tu mejor carta de presentación. Yo me creí el cuento. Cuando finalmente decidí dejar mi carrera profesional en 2022, recuerdo como llegué a sentirme ‘perdida’ y algo incómoda cada vez que conocía a alguien nuevo durante ’Mi Viaje de Monje’; no sabía como presentarme, ya no tenía esas etiquetas para definirme: soy ingeniera o investigadora urbana o analista de datos. Esas etiquetas se habían desvanecido y con ellas, parecía que la identidad de Julia Úbeda se había difuminado también.
¿Que me contestarías ahora si te preguntase quién eres tú?
Seguramente, me dirías tu nombre y después comenzarías a definirte. Quizá compartirías tu nacionalidad, tu edad, tu estado civil, si eres madre o padre…Esas podrían ser etiquetas que, subconscientemente, podrían estar limitándote. Por ejemplo, tener una determinada edad, porta ciertas connotaciones que, lo quieras o no, están en tu sistema. De un modo sutil, hay cosas que puedes calificar como “bien vistas” a una determinada edad pero no a otra.
(Sobre)identificarse (con lo que sea) nos limita. Es como poner diques al mar, es como querer meter en cajas lo que somos: infinitos y multipotenciales.
Cuando solté la etiqueta de mi profesión, comencé a contar mi historia con el objetivo de aclarar quién era Julia. Contaba que lo había dejado todo, que estaba de viaje de introspección y reinvención hacia, aún, no sabía donde. Después, comencé a compartir lo que me gustaba, mis deseos, mis valores y ambiciones de ese momento. Me parecían formas más completas de definirme. Y sí, puede que compartir mis valores sea más completo o profundo que describirme a través de una profesión, pero no dejan de ser etiquetas, que determinan lo que soy ahora y que podrían limitarme cuando quiera cambiarlas algún día.
Ramana Maharshi fue un profesor de la tradición Yóguica que recomendaba preguntarse constantemente: ¿quién soy yo? ¿quién mira cuando yo miro? ¿quién es él que escucha cuando yo escucho? ¿quién es el que sabe que estoy consciente? Ramana Maharshi habla de que lo que realmente somos es ese observador interno, ese testigo cuya ‘misión’ es atestiguar todo lo que hemos venido a experimentar en esta existencia humana. Sin juicios. Sin apegos. Sin etiquetas. Experiencia pura. Ese observador tiene cualidades de presencia, consciencia y un sentido intuitivo.
“Puedes pensar sobre ello e intentar entenderlo racionalmente, pero serás consciente de que estás teniendo esos pensamientos al respecto y eso automáticamente, te coloca en el lugar de observador y testigo de nuevo”
No eres tus pensamientos, ni tus emociones, ni lo que te gusta o deja de gustarte en un determinado momento. Sigues existiendo y experimentando con o sin ellos.
Hay técnicas de meditación que te invitan a repetir en silencio el mantra So Ham (Yo Soy), porque es así: ya eres. Por el mero hecho de respirar y de existir…ya somos. No hay nada que añadir. Cuando me sentaba a meditar, lo que buscaba era simplemente eso: conectar con mi observadora interna esa que ve, percibe, siente, suelta y no juzga.
Es cierto que las etiquetas, los títulos, los nombres… nos ayudan a funcionar en este mundo, a entenderlo, a ordenarlo, a estructurarlo y a relacionaros con él y entre nosotros pero no olvidemos que son sólo eso: etiquetas para ayudar a nuestra mente. Esas palabras, adjetivos, sustantivos…no nos definen, que no nos confinen, no deben hacerlo y no puedes permitir que lo hagan. Eres más. Eres todo. Así que…no te cortes: ¿qué es lo quieres experimentar?
Te leo.
Con amor💛
Julia
Después de la versión presencial del workshop RESET360º en Valencia, estamos cargando pilas para su primera versión online el domingo 29 de junio. Un workshop para pausar, observar con mirada crítica a las distintas áreas de tu vida y determinar qué ajustes son necesarios para que siga fluyendo, sin cargas, ni remordimientos. En Valencia nos fuimos profundo, como no podía ser de otra manera…poniendo lo que incomoda sobre la mesa, de forma cercana y en compañía. ¡Me encantaría a ver parte de la comunidad de ‘The Journal’ el domingo que viene al otro lado de las cámaras! 🥰
Es difícil responder a esa pregunta, Julia. Sobretodo hoy cuando la sociedad exige tanto. Me has hecho pensarlo y me da miedo decir en voz alta lo que yo siento por dentro. Aún no estoy preparada.
Me ha gustado tu publicación de hoy. Gracias.
Un abrazo
Me encanta que mencionas la práctica “So Ham”. Las veces que la he hecho siento que he experimentado un poco de lo que compartes en este texto. Hay unos Buenos vídeos en YouTube para hacerla