La microgestión es un término empleado en la jerga empresarial que hace referencia a una forma de liderazgo caracterizada por un control excesivo: se presta demasiada atención a los detalles, se hace un seguimiento minucioso de cada actividad y se escruta cada movimiento de los miembros del equipo.
Aunque…hoy no vengo a hablar de empresas. Vengo a hablar de la vida: yo intentaba microgestionar mi vida hasta el milímetro.
Tardé años en reconocer que esas ganas - o necesidad - de tener un control excesivo solo denotaban una falta de confianza en la vida. Tanta, que necesitaba planificar y prever cada detalle para no enfrentarme nunca a nada inesperado.
En parte, eran gajes de mi oficio: trabajaba en el departamento de ‘Urban Planning’ del ayuntamiento de Ámsterdam, más tarde pasé a ser Project Lead y después, a coordinar asignaturas en la Universidad de Ciencias Aplicadas. Sí, necesitaba planear. Pero no era consciente de que trasladaba esa misma rigurosidad a mi vida personal: planificaba mis días, mis tareas y tiempo libre. Con una mejor gestión del tiempo - pensaba - llegaría a todo: deporte, vida social, cultura… Además, me encantaba diseñar planes alternativos por si el principal fallaba: yo, aquella (ex) ‘control-freak’ que además de un plan B, tenía otros C y D.
Años antes de embarcarme en El Viaje de Monje -ese viaje que supuso mi gran salto de fe- empecé a preguntarme…¿a qué se debe tanta obsesión? ¿de dónde viene esta necesidad -casi- compulsiva de planificar?.
¿Tanto miedo tenemos a perder el control? ¿tanto miedo tenemos a lo inesperado?
«La preocupación es un mecanismo de defensa inconsciente, nos aterra que algo pueda herirnos, así que nos preparamos para luchar por ello […] Nuestra mente intenta mantenernos alerta pero a veces, sobre dimensiona la amenaza» - Brianna Wiest
Planear, preocuparse o intentar prever en exceso no son más que mecanismos de defensa. Nuestra obsesión por intentar controlar nuestro entorno y nuestras relaciones personales, tiene una relación indirecta con el nivel de confianza que tenemos en la vida: más control, menos confianza.
«preocuparnos no nos protegerá de la manera en la que creemos que lo hará, la preocupación nos hace sensibles a una infinidad de posibles resultados negativos, nuestra mente pasa a buscar el peor escenario, un escenario que rara vez ocurre y nos decimos: ‘analicé esto tantas veces que he sido capaz de evitarlo’. Aquí es donde empezamos a asociar la preocupación con seguridad. Hay que encontrar formas diferentes de sentirse a salvo - Brianna Wiest
Vivir tratando de evitar cualquier escenario perjudicial es vivir en una alerta constante. No confiamos porque no nos sentimos seguros, por lo que recurrimos a nuestros recursos internos para intentar controlar en todo momento. Ponemos toda la carga en nuestros hombros y asumimos que somos los únicos con capacidad para llevar las riendas. Esto supone un gran sobreesfuerzo. Eso es colocarnos en un extremo del péndulo. En el otro extremo quedaría la exención total, el victimismo y el no hacerse responsable.
¿Cómo encontramos el balance? ¿dónde ponemos el límite?
En última instancia, eres tú el que debe aprender a buscar su centro y a diferenciar cuando estás intentando microgestionar y cuando se trata de una planificación sana.
En mi experiencia, sé que estoy microgestionando cuando hay rumiación constante, cuando me paralizo sobrepensando, cuando pienso que si las cosas no salen como creo que deben salir, será un desastre. Todos esos pensamientos derivan en sentir tensión en mi cuerpo físico. Realmente, cuando estamos ante una situación de importancia que requiere acción, no nos paramos a pensar en los detalles: ejecutamos porque es lo que toca.
En el libro de la montaña eres tú, Brianna Wiest, explica que lo que más nos paraliza es la amenaza menos probable. Si la amenaza tiene una probabilidad alta de ocurrir, no la tememos si no que respondemos ante ella. La mayor parte de la preocupación viene de la situación pequeña e improbable que no podemos controlar.
¿Creas conflictos donde no los hay?
¿Alguna vez has sentido que buscas problemas o que reaccionas de manera exagerada?
«Aquí no hay recompensa, sólo eres tú combatiéndote a ti mismo. La obsesión por perseguir la felicidad hace que nos blindemos ante cualquier factor detonante y eso nos debilita mentalmente.
La mente humana ha sido denominada antifrágil, significa que mejora ante la adversidad y que necesita ser estimulada por retos para expandirse. Si te niegas o rechazas cualquier tipo de reto real en tu vida, tu cerebro lo compensará creando problemas irrelevantes que superar» - Brianna Wiest,
¿qué ocurriría si dejases de rumiar las preocupaciones del día a día y te centrases en aquellos retos que te permiten crecer?
Preocuparse por lo que es improbable que ocurra, atascarse en los detalles ó diseñar mil planes alternativos son grandes fugas energéticas. Hay una parte de nosotros que sí tiene que estar al timón. Establece tus prioridades, determina donde sí necesitas meterle coco y en qué otras áreas debes aflojar (=relajarte). Elige tus batallas y retos con criterio. Suelta el resto.
Vive, disfruta y confía.
Con amor,
Julia💛
¿qué áreas de tu vida tratas de microgestionar? ¿te atreves a soltar?
Siempre aprendiendo, de ti y contigo.
Para eso justamente vale el meditar