”Ok, lo dejo”
“Sí, sí, lo tengo que dejar”
“Pero…y ahora… ¿qué?”
- extractos de mis diálogos internos.
Estaba (más o menos) claro que el camino a seguir era dejar mi trabajo actual y aceptar que no terminaría ese Ph.D. Sin embargo, ese cambio no fue “dicho y hecho”. El proceso hasta dejar por completo el PhD duraría 6 meses. No solo por la complejidad del proyecto en la que estaba metida - muchos partners, muchos acuerdos y demasiada burocracia - pero mis divagaciones y titubeos también jugaron un papel importante.
Estoy orgullosa de cómo navegué esos meses. Durante ese proceso dejé que el entusiasmo, el miedo, la ilusión y las dudas coexistieran en mi vida. Una mezcla de emociones a la que no estaba acostumbrada. Mi modus operandi hasta ese momento había sido resolver conflictos, buscar soluciones y actuar, actuar rápido para salir del atolladero lo antes posible.
No parar, no sentir; moverme.
Pero esa voz de mi intuición de la que hablé en el post anterior me decía que este proceso sería largo. Realmente me decía que no era un proceso con un final, era una transición; me estaba adentrando sin saberlo hacia otra forma de vida, hacia otra forma de hacer las cosas. Y poder sostener ese batiburrillo de emociones y no actuar inmediatamente era parte del aprendizaje.
Era noviembre del 2021. Mi primera reacción, sumamente lógica, fue tantear el terreno para encontrar otro trabajo. Moverme, actuar. Contacté a mis antiguos jefes y compañeros del Ayuntamiento y de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam donde había trabajado antes. Hablé con clientes para los que había trabajado como freelance con mi empresa; SpaceTraces.
Había opciones. Fue gratificante comprobar que había gente queriendo volver a trabajar conmigo. Y trabajar conmigo YA. Las oportunidades se empezaron a desplegar rápido.
Sin embargo, había algo que no hacía click. Y no es porque no me interesasen los temas en los que llevaba formándome y trabajando 10 años. Me seguían inspirando y tenían impacto directo en la sociedad; proyectos relacionados con movilidad activa, transición energética, barrios regenerativos u organizar cooperativas de alimentos para acortar el “food supply chain” en ciudades. Pero cada vez que pensaba en comprometerme con un proyecto nuevo o con otro puesto de trabajo, esa sensación de entusiasmo se apagaba.
Por ello cada día recordaba el pacto que había hecho conmigo misma de únicamente dejarme guiar por esa sensación de entusiasmo, al menos por un tiempo. Revisé mis finanzas. Visualicé escenarios e hice cálculos. Comprobé que sí podía permitirme estar unos meses sin trabajar, sin tener ingresos. No había tanto riesgo - mas allá del miedo que mi mente tenía a no saber ni cómo ni cuando empezaría a generar dinero de nuevo.
Me iba quedando claro que esta vez ya no me tocaba planear qué iba a ser lo siguiente, como había hecho toda mi vida. Esta vez tenía que parar. Y salir de la rutina. O no tener rutina. Y enfrentarme a todo aquello que me da miedo, qué es ese “no saber”. A no tener respuestas. Me tocaba dar ese paso hacia lo desconocido o ese “step into the unknown” como suele decirse. Darme un tiempo en el que no tuviese “todo” bajo control (como si alguna vez hubiese tenido todo bajo control!! Más ilusiones de mi mente…).
Un tiempo para soltar y fluir.
Me tocó cerrar las puertas que había abierto buscando otros trabajos. Y me tocó alzar la voz y empezar a comunicar a mis jefes y compañeros que me iba. Me tocó compartir mi verdad. Sin mentiras. Les expliqué exactamente lo que estaba sintiendo. Que esa vida que estaba llevando ya no era mi vida.
Y cuando me preguntaban por el plan B, mi respuesta era sincera:
“No lo sé. Parar, sentirme, darme tiempo. Supongo”.
Incluso ellos me ofrecieron opciones en otros proyectos. Yo consideraba estas nuevas oportunidades como pruebas del universo que me invitaban a reafirmarme aún más en mi decisión.
“Gracias, pero ahora no, ahora quiero parar”.
Yo esperaba recibir juicios del tipo “estás loca” pero lo único que recibí fue entendimiento y elogios: “you are a brave woman” - eres una mujer valiente.
Y claro que me costó declinar esas ofertas de trabajo. Claro que hubo miedo y dudas. Mis amigos y compañeros me veían decidida y valiente. Mis amigos cercanos, aquellos que realmente conocen las partes más turbias de mi ser, sabían realmente a lo que me estaba enfrentando.
No sabía en lo que me estaba metiendo. Como he dicho, no tenía plan B. Y yo siempre había tenido plan B, C y D. Pero aprendí a bajarle el volumen a las dudas.
Empecé a disfrutar esos meses de transición aún en Ámsterdam, meses en los que ya palpaba la incertidumbre que venía. Fueron meses tremendamente nutritivos, necesarios para mi aprendizaje. Seguí curioseando. Así fue como hice mi curso de Advanced Reiki practitioner. Y empecé a dar sesiones a amigos y recibí mis primeras sesiones de KAP. Y fui a España por navidad y bailé como una loca durante 4 días y 4 noches en un retiro en la sierra de Alicante y tuve mi primer “Kundalini rising” y fui a trainings de tantra en Ámsterdam en los que experimenté a Shakti.
Y en cada una de estas experiencias, unidas a mis prácticas diarias, conectaba con otras realidades, empecé a recibir “hints” y señales. Fueron estas pequeñas pistas las que me ayudaron a seguir convencida de lo que estaba haciendo, a pesar de mis dudas. Me tocaba explorar. Me tocaba experimentar otras formas de vida, porque a eso había venido mi alma: a jugar y a (re)crearse.
Julia
» lee el post anterior o sigue leyendo «
Journal prompts
¿Cuándo fue la última vez que sentiste la certeza de estar viviendo tu verdad y estar sentado en tu “yo” más auténtico? ¿cómo te sentías?
¿Te has atrevido a alzar la voz? ¿lo has compartido con otros?
¿Cuáles han sido las reacciones que has recibido de tu alrededor?
Te leo ;)
Te he enviado un comentario, Julia, pero parece ser que no debe de haberte llegado, porque me han hecho rellenar una serie de datos...
Te decía que, tras la lectura de tus posts, me he quedado tan colocada que no puedo comentar mucho más de lo que haré ahora y basándome en los primeros sentimientos que me han llegado:
Has optado por la intuición, por el pensamiento intuitivo... La experiencia me dice que es una opción liberadora y clarificadora
También he sentido miedo, como si me metiese dentro de ti y diese el salto en el vacío tal como tú has hecho. Pero, enseguida, he pensado: es joven, es inteligente, es valiente. Seguro que sale adelante para ser, estar y sentir tal como tú has decidido.
Luego me ha preocupado una cosa: ¿cómo saber que nos dejamos llevar por la intuición? ¿Has visto una "luz" que te ha dado esa seguridad?
Y la última: ¿Te angustia no tener claro pronto qué nuevos caminos quieres seguir?
Un abrazo muy fuerte
Fuerza y ánimo para cualquier decisión que tomes. Un beso