Escribe. Una nota “random” creada en mi iPhone
Memorias de Tequisquiapan, México (solo-trip 2022)
Domingo, 20 de Marzo de 2022.
Ya en Tequisquiapan, México.
Aún con tensión en el cuerpo. Por el viaje, por el jet lag y por la descompresión que recién empezaba.
Mi viaje de monje, mi “pausa”, mi regalo en forma de tiempo acababa de comenzar. Un periodo de sabático sin ser sabático oficial porque había dejado el trabajo definitivamente y porque no tenía intención de volver a ese estilo de vida, al menos, en el corto/medio plazo. Sabía que ahora tocaba sacar de mi cuerpo esa presión a la que me había sometido durante años. Por ir demasiado rápido y por querer adaptarme a un sistema impuesto que no era el mío propio.
Estaba sentada en la terraza de mi cafetería favorita de Tequis, el Café “Chocolate Molinillo”. Me encanta ese café. Ya me gustó cuando visité Tequis por primera vez en las navidades del 2020. Me gusta por sus mesas redondas alineadas en la calle bajo enredaderas, por su diminuto patio con sombrillas grandes, por las ventanas que llegan al suelo dejando entrar la luz, por la vista que hay de la cúpula de la Iglesia de Santa María de la Asunción. Y por su café moca (cuando lo preparan bien).
Ahí, sentada en la terraza, leía el libro de “Woman who run with the wolves” | “Mujeres que corren con lobos”. En un impulso, tomé mi iPhone y abrí la aplicación “Notes”. Acabada de leer algo en el libro que me inspiró y quería tomar nota. Creé un nuevo archivo y sin pensarlo mucho, decidí llamarla “Escribe”.
Creo que, subconscientemente, ya empezaba a sentir que mis journals físicos se me estaban quedado cortos.
Llevo 6 años escribiendo a diario, llenando cuadernos y libretas que recogen la narrativa de un cerebro incansable. Me acompañan a todas partes, incluso en mis viajes mochileros en los que se supone que debo viajar ligera o en mis escapadas rápidas al café de la esquina. Es mi forma de vaciar la mente.
Mis entradas diarias en el journal empiezan con divagaciones. A veces se convierten en reflexiones profundas acerca de la existencia, la vida, el amor o las emociones que me generan los lugares que visito. Y otras veces (la mayoría) se quedan en eso; simples divagaciones.
Amsterdam, Martes 15 de junio. 8:32
Estoy cansada. No he dormido bien, quizá fue por la copa de vino de más que me tomé ayer noche…”
Amsterdam, 17 de julio, sábado
Wauaaa hoy me he despertado llena de energía. Son las 10:15 y después de este primer café siento que puedo comerme el mundo. Voy a terminar asuntos pendientes y cosillas que hacer en el ordenador pero lo que más me apetece es poder aprovechar el sol paseando por Vondelpark”
Ciudad real, 22 de septiembre.
7:30 Estoy en casa, tranquila, con mi padre trasteando en la cocina y haciendo ruido, pero igual no me molesta, estoy relajada. Me encanta pasar días aquí, sentarme en el sofá, alzar la vista, ver el amanecer por el balcón y escuchar los pájaros… nada especial en la agenda hoy. Solo estar. Aún rumiando en mi cabeza la conversación de anoche que me hizo reflexionar sobre….”
Como he dicho, divagaciones. Nada digno de ser publicado. Pero ya sentía que había llegado el momento de llevar esas divagaciones al siguiente nivel. Quería (y necesitaba) compartir. Quería compartir acerca de mis aprendizajes de los últimos años. Gestión y reacción emocional. Condicionamiento de la mente humana. Y el impacto que las narrativas que nos contamos tienen en nuestro presente y futuro. Mi mente analítica también quería poner por escrito ese despertar espiritual y energético que llevaba experimentando ya algunos años, aunque para eso aún no estaba (ni estoy) lista para compartir. Quizá más adelante.
A pesar de haber escrito más de 25 journals, no sabía cómo empezar a compartir. Hasta ese momento no había difundido nada que describiese mi paisaje interno. Solo escribía publicaciones en LinkedIn hablando de logros profesionales y científicos. Imagino que no quería exponerme a juicios externos, que no dejan de ser los míos propios.
Preguntas discretas de amigos y conocidos habían empezado a llegar por whatsApp, Facebook o Instagram. Preguntas curiosas del tipo…”¿Estás de vacaciones? ¿es que te has mudado a México? ¿te cambiaste de trabajo? ¿cuándo vuelves?”
Esas preguntas me dieron ideas; me hacía sentido empezar a compartir el proceso por el que estaba pasando, porque…¿sobre qué otro tema más apropiado podía hablar en ese momento?
De manera orgánica y natural, ese archivo que creé en la app de “notes” se convirtió en el borrador donde empecé a escribir mis posts de instagram, hasta ese momento, tampoco había compartido nada personal en esa plataforma. También empecé a plasmar las experiencias y emociones que se generaban durante mi viaje, anotaba ideas sobre las que me gustaría escribir en el futuro; ideas que me llegaban cuando iba de paseo o algo me inspiraba o leía algún párrafo de interés como aquel día en Tequis. Ese documento digital se convirtió sin darme cuenta en un complemento perfecto a mis diarios físicos que me seguían acompañando durante el viaje y engrosando mi mochila de 60 litros. No puedo deshacerme de ellos ya que escribir a mano sigue siendo “un must” para mí.
Ese fue el inicio del proceso de empezar a descomprimir; escribiendo y sacando mis historias de adentro.
Ahora, casi un año y medio más tarde, me siento preparada para empezar a compartir de manera más estructurada y constante.
Ahora sí.
Ese archivo en “notes” tiene ya una longitud desorbitada, por ello ahora me encuentro trasladando todo a Notion, uno de mis softwares favoritos para organizar ideas. Acá estoy reescribiendo, reestructurando y puliendo líneas precisamente en ese mismo café de Tequis, Chocolate Molinillo. [He vuelto por una semana para revisitar memorias]
Crear ese archivo al que llamé “Escribe” fue un regalo para mi “yo” futuro. Mi alma lo sabía. E igual que pasó con aquella nota en mi teléfono, ahora he sentido la necesidad de crear este pequeño espacio digital en Substack. Otro impulso que salió de dentro hace dos meses, esta vez durante una conversación telefónica con una amiga querida. Otro experimento. Un experimento que sé dónde empieza pero no dónde termina, como todas las grandes aventuras de esta vida.
Busco crear un espacio abierto, flexible e imperfecto. Un espacio donde dejarme ser. Quiero que sea muy yo, muy Julia. Y lo que soy es indefinido, cambiante, siempre adaptándose y evolucionando.
Quiero desarrollar un estilo de escritura propio que me permita comunicar, comunicar sin tapujos. No sé en que se va a transformar “The Journal”. Solo sé que voy a escribir. Historias, reflexiones, aventuras y atardeceres. Vía libre.
Por el momento, gracias por vuestra confianza, suscripciones, “likes” y comentarios. Gracias por haber decidido acompañarme en esta parte de mi historia.
Nos leemos en el próximo, intentaré que no se haga esperar ;)
Julia
Journal prompts
¿Cúal es tu manera de descomprimir?
¿Qué haces cuando todo alrededor es “too much” para tu sistema y necesitas un respiro?
Deja un comentario, te leo ;)
***PD: Acá dejo un enlace a más FOTITOS DEL QUERIDO TEQUIS, para quien quiera bichear***
A pesar de estar al tanto de esta historia, me emociona leerte cuando lo publicas y te "abres al mundo"...un beso y sigue tu intuición.
❤❤❤