La Real Academia Española define agilidad como la “capacidad de moverse con soltura y rapidez”. Ser ágil es una cualidad relacionada con la velocidad, la ligereza, el dinamismo, la vivacidad o la prontitud. A menudo y por defecto, asociamos el concepto de agilidad con el cuerpo físico pero la acepción o dimensión de la palabra agilidad también puede aplicarse al plano mental y emocional.
La agilidad de la que hablo hoy, hace referencia al tiempo que dejamos pasar entre que una idea aparece en nuestra mente y decidimos ejecutarla. ¿Somos capaces de desarrollarla e implementarla de manera eficiente? o en el caso contrario…¿qué es lo que nos frena? ¿una lista hipotética de obstáculos elaborados en nuestra mente? ¿el miedo a no cumplir expectativas propias, el miedo al que dirán o el miedo al fracaso si la llevemos a cabo?.
Aquí es donde entra en juego esta acepción de la palabra agilidad: en la capacidad de actuar sin caer en la parálisis del análisis, sin procrastinar, sin esperar condiciones perfectas…Las personas ágiles, no se quedan en el pensamiento ni en lo abstracto. Las ideas se convierten rápidamente en experiencia. Bajan esos pensamientos “a tierra”. Aunque no se tengan certezas absolutas, no esperan a sentir una seguridad que (casi) nunca llega. Cuanto más acortamos el tiempo entre pensar y ejecutar, antes comienzan los aprendizajes y la creatividad fluye de formas no previstas. No hay un plan perfecto el que triunfa. Es el plan ejecutado el vencedor.
No hablo de que seamos impulsivos, ni de que ejecutemos todo lo que nos ronda la cabeza sin filtro o sin un criterio establecido. Hablo de reconocer cuando una idea merece ser traída a la luz sin miedo, dudas o (mi temida) sobreplanificación. Hablo de determinación y confianza.
Tampoco hablo de hacerlo todo de inmediato o lo más rápido posible. Hablo de no remolonear en excusas. Hablo de aprender a identificar cuándo postergar una acción es solo una forma de sabotearnos. Hablo de reconocer que, muchas veces, el paso más importante es simplemente comenzar.
Ser ágil es una capacidad que se entrena y que puede marcar la diferencia entre una vida de intentos y una de consecuciones (ya sean estas “victoriosas” o no).
A lo largo de mi vida, ha habido proyectos en los que he sido “ágil”: los mapas de Walkability que desarrollé para el ayuntamiento de Ámsterdam o crear el primer curso de Substack en español en el 2023. En ambos casos, fue mi intuición llamando a mi puerta. En ambos casos, lancé una versión beta o prototipo en el tiempo oportuno, la presenté, la lancé al mercado y luego trabajé sobre ella. Sin embargo, ha habido otras ideas - a priori, más fáciles de implementar - que se me resisten, que remolonean en mi mente y aún no han llegado a ver la luz. Mientras tanto, las anoto en mi Notion y espero que llegue el día en el que marque deadlines y les haga un merecido hueco en mi agenda.
Después de un año y medio emprendiendo, he aprendido que sí es necesario implementar ideas con prontitud pero sin dejarse arrastrar por un torbellino. El arte consiste en aprender cómo y cuándo implementarlas ya que cada idea, proyecto o emoción requieren de su tiempo de cocción y maduración. Identifica tu ritmo de creación, ese que no estresa pero que tampoco estanca (eso es algo que sólo la experiencia puede darte).
Ser ágil no está relacionado con hacer más en menos tiempo, si no vivir conectado con lo que sientes, piensas y haces, tiene que ver con hacer realidad eso que quieres crear. Es honrar el momento en el que algo nace dentro de ti y ser capaz de darle vida. Otorgándole el tiempo y ritmo pertinente.
Con amor,
Julia
¿Te consideras ágil? ¿cuántas ideas que sabes que merecen la pena se quedan en tu imaginario?
Creando e implementando ideas…nuestro nuevo evento RESET360º, un espacio para ver con claridad, decidir y moverte desde un lugar que se siente tuyo, ya está listo para ver la luz. Nos vemos el 19 de junio en Valencia y el 29 de junio online. Escríbeme si quieres más info.
Estoy aprendiendo a no pensar tanto. Pienso que las circunstancias del momento son la clave para desarrollar la creatividad; aquí, el mundo material.
Sí estás circunstancias no son propicias; entonces es mejor no pensar demasiado o ser demasiado entusiasta. Se debe tener la intuición para aprovechar ese momento cuando se presente, la oportunidad que se traduce en todo la perspectiva que nos rodea. Somos diferentes; así que se hace más difícil reconocer el momento sí te pasas mirando películas, novelas o leyendo literatura de vidas ajenas que tuvieron éxito en sus empresas; según el guión.
Por eso siempre es bueno aprender de esos estímulos externos con moderación y siempre analizar, cada persona, cada momento, cada lugar, cada tiempo es diferente para cada uno de nosotros.
¡Hola! Totalmente cierto. Yo diferencio a las personas entre las Thinker y las Doing.... yo soy de las Thinker y me paso pensando ideas 24/7 de las que ejecuto.... 1%. Llega a ser muy frustrante. Si tuviese menos ideas pero las ejecutara y además, rápido, sería millonaria, convencida. Hay que ejecutar, hay que avanzar... Y eso, me lo digo todo el rato pero los miedos irracionales, esas autoexcusas para boicotearnos, nos matan lentamente.