He encontrado muchos lugares seguros a lo largo de mi vida; la mayoría, efímeros. Lugares que representan un ‘todo vale’ y que acogen sin miramientos la versión que necesito ser en ese momento.
Mi lugar seguro no es Valencia, mi ciudad natal, con la que nunca me identifiqué, ni Ciudad Real, donde pasé varios años de mi vida y donde, a día de hoy, me sigo sintiendo forastera entre sus calles. Ni mi amado Tulum, un pueblito entre jungla y Caribe que rompió -para bien- muchos de los límites de mi mundo. Tampoco es Ámsterdam, aunque sí lo fue por algunos años, convirtiéndose en esa relación estable y sanadora de mi vida.
Mi lugar seguro está en España, en la casa de mis abuelos, ubicada en un pueblo en medio de La-Mancha. Un lugar que para mi representa calma, serenidad y lentitud. Un lugar donde las condiciones externas no me adulteran. Donde no hay juicios.
Durante muchos años, me privé de volver a lo conocido. Abría camino con machete sin mirar atrás. Esas huidas hacia delante hicieron que, cuando por fin la vida me devolvió (sin planearlo) a un lugar seguro, pudiera reconocerlo inmediatamente. Pude sentir la fuerza de cuán necesario es visitar esos lugares.
Aquel lugar, alejado de todo, me permitió ser. Me desarmé. Volví a ser niña. Semanas estivales en las que me reencontré con partes de mí olvidadas. Desde aquel verano, hace ya varios años, he seguido volviendo aunque fuesen apenas unos días. Momentos de descompresión y de renovar fuerzas.
Lugar seguro porque es silencio y es creación.
¿Dónde vas cuando necesitas regresar a ti? ¿dónde vas cuando necesitas dejarte ser?
Un lugar seguro no tiene porqué ser un lugar físico. A veces es una persona. O un estado emocional que nos conecta con algo más. Sea como sea: necesitamos visitar esos lugares para poder deconstruirnos. Donde el mundo externo no cuente y el tiempo se paralice. Un espacio en el que reposar antes de volver a la cancha.
Es en esa pausa, en esos recesos, sostenidos únicamente por nuestra mirada o una mirada de confianza cuando podemos soltar, reflexionar, expandirnos y crear. La creatividad aflora en estados de reflexión cuando el sistema nervioso está en calma, cuando dejamos de lado todo lo que nos apremia, lo que (nos) importa de verdad, brota.
Mis mejores ideas han nacido en lugares seguros cuando no hay estímulos presionando, cuando hay un canvas en blanco sobre el que poder volcar todo lo que tengo en mente. Con creatividad, no me refiero solamente a grandes proyectos u obras artísticas si no también a crear nuevas conexiones neurológicas. En esos estados de calma somos capaces de reescribir nuestra historia: tomar distancia para observarla y decidir si queremos escribir una nueva.
Plegar velas es tan importante como seguir remando porque darnos tregua cuando lo necesitamos, es lo que nos permite seguir avanzando. Y por mucho que queramos, no es fácil darnos tregua en cualquier lugar: busca tus lugares seguros.
Este verano no tenía pensado volver a mi lugar seguro. En los últimos meses me he sentido fuerte y anclada como para seguir navegando pero la vida, sutil y astuta, me ha traído de vuelta. Quizá hay algo que me aguarda en estas horas muertas, algo que quiere nacer. Quizá sí necesite recuperar el aliento para lo que sea que tiene que venir. Sea como sea…no me resisto porque la vida siempre sabe más.
¿Cuál es tu lugar? y ¿cómo sabes cuando necesitas visitarlo? Te leo.
Con amor,
Julia💛
Me has dejado pensando, Julia, cosa que siempre agradezco.
Yo creo que, por fin, puedo decir que mi lugar seguro lo llevo puesto, que soy yo misma. No siempre fue así, ni mucho menos. Pero ahora siento que tengo dentro de mí un refugio seguro que llevo conmigo a todas partes. 😊
Aunque todavía está por ver si sus paredes y su tejado aguantan el desgaste de ciertos entornos "no amigables" por largo tiempo... preferiría no comprobarlo, pero tarde o temprano tendré que hacerlo.
Pero, si tengo que elegir un lugar o una persona a los que llamar Hogar, sería la isla de Menorca, en donde viví unos años y donde empecé a construir un hogar en mi interior gracias a contar con un hogar seguro exterior; y también mi compañero de vida, con su corazón de oro macizo 24K. 💛
Gracias Julia. 🙏
Hermosa carta Julia, al leerte, he cerrado mis ojos y he recordado que el lugar seguro, sagrado e íntimo, está conmigo. Me hace recordar un ejercicio de respiración super sencillito de Thich Nath Hanh en el que al inspirar decimos "He llegado" y al exhalar "Estoy aquí". Lo estoy practicando y me alegró reconocer mi paz allí. Gracias por la inspiración, nuevamente =)